En los sueños del otro

A veces, al doblar una esquina, percibes un olor a manzana
ácida y te acuerdas de aquella persona a la que no supiste
amar o tal vez no era el momento. A veces, querrías volver
atrás, desandar tus propios pasos y abrazarla, pero no
puedes o no te atreves, y te entristece. A veces, alguien
aparece de la nada y lo tira todo por la borda: las cervezas
de la mesa, tus penas, sus amores… Aparece de la nada
para ser protagonista de tu obra, que es también la suya,
y no ha hecho más que empezar. A veces, una dedicatoria
en la última página de un libro puede ser una declaración
de intenciones, una historia que precede a otra historia, las
primeras líneas de una historia de amor cuando el amor
parece que no ha de acabarse nunca, cuando el fi nal es
todavía inimaginable y el mundo se para.
¿Hay algo más romántico que esa promesa de los momentos
felices que están por llegar?
A veces, simplemente, basta con entrar en los sueños del
otro un 69 de agosto y crear recuerdos sobre olvidos.